Asumimos como criterios fundamentales de nuestra Cofradía los de todas y cada una de las asociaciones de fieles laicos en la iglesia.
1.- El primado que se da a la vocación de cada cristiano a la santidad y que se manifiesta “en los frutos de la gracia que el Espíritu Santo produce en los fieles” como crecimiento hacia la plenitud de la vida cristiana y a la perfección en la caridad.
En este sentido, todas las asociaciones de fieles laicos, y cada una de ellas, están llamadas a ser -cada vez más- instrumento de santidad en la Iglesia, favoreciendo y alentando “una unidad más íntima entre la vida práctica y la fe de sus miembros”.
2.- La responsabilidad de confesar la fe católica acogiendo y proclamando la verdad sobre Cristo, sobre la Iglesia y sobre el hombre, en la obediencia del Magisterio de la Iglesia, que la interpreta auténticamente. Por esta razón, cada asociación de fieles laicos debe ser un lugar en el que se anuncia y se propone la fe, y en el que se educa para practicarla en todo su contenido.
3.- El testimonio de una comunión firme y convencida en filial relación con el Papa, centro perpetuo y visible de unidad en la iglesia universal, y con el obispo, “principio y fundamento visible de unidad” en la Iglesia particular, y en la “mutua estima entre todas las formas de apostolado en la Iglesia”.
La comunión con el Papa con el obispo está llamada a expresarse en la leas disponibilidad para acoger sus enseñanzas doctrinales y sus orientaciones pastorales.
La comunión eclesial exige, además, el reconocimiento de la legítima pluralidad de las diversas formas asociadas de los fieles laicos en la Iglesia y, al mismo tiempo, la disponibilidad a la recíproca colaboración.
4.- La conformidad y la participación en el “fin apostólico de la Iglesia”, que es “la evangelización y santificación de los hombres y la formación cristiana de su conciencia, de modo que consigan impregnar con el espíritu evangélico las diversas comunidades y ambientes”.
Desde este punto de vista, a todas las formas asociadas de fieles laicos, y a cada una de ellas, se les pide un decidido ímpetu misionero que les lleve a ser, cada vez más, sujetos de una nueva evangelización.
5.- El comprometerse en una presencia en la sociedad humana, que, a la luz de la doctrina social de la iglesia, se ponga al servicio de la dignidad integral del hombre. En este sentido, las asociaciones de los fieles laicos deben ser corrientes vivas de participación y de solidaridad, para crear unas condiciones justas y fraternas en la sociedad.
Los criterios fundamentales que han sido enumerados, se comprueban en los frutos concretos que acompañan la vida y las obras de las diversas formas asociadas; como son: renovado gusto por la oración, la contemplación, la vida litúrgica y sacramental,, el estímulo para que florezcan las vocaciones al matrimonio cristiano, el sacerdocio ministerial y a la vida consagrada, la disponibilidad a participar en los programas y actividades de la Iglesia sea a nivel local, sea a nivel nacional o internacional, el empeño catequético y la capacidad pedagógica para formar a los cristianos, el impulsar una presencia cristiana en los diversos ambientes de la vida social, el crear y animar obras caritativas, culturales y espirituales, el espíritu de desprendimiento y de pobreza evangélica que lleva a desarrollar una generosa caridad para con todos, la conversión a la vida cristiana y el retorno a la comunión de los bautizados alejados.
(Christifideles Laici, nº 30)
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